Tablas de Piedra

CAPITULO  9


El Significado Bíblico de
Las Tablas de Piedra

 Hemos explicado con gran cuidado y usado términos bíblicos a través de este libro.  A veces, al referirnos a los Diez Mandamientos, hemos usado intencionalmente alguno de los siete sinónimos intercambiables de los mismos.  El término más usado por el Espíritu Santo para referirse a los Diez Mandamientos es: "Tablas de Piedra". Es éste uno de los términos usados tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.  El único otro término utilizado en ambos Testamentos es "Tablas del Pacto".  El Espíritu Santo jamás usó el nombre "Diez Mandamientos" en el Nuevo Testamento, aunque sí usó los primeros dos sinónimos.  Ambos sinónimos en el Nuevo Testamento utilizan las palabras "Tablas de Piedra", apuntando así al pacto establecido en el Sinaí.  Es significativo que las Escrituras de ambos Testamentos usen la palabra "pacto" al referirse a los Diez Mandamientos (Deuteronomio 9:9 y Hebreos 9:4).  Tal parece que el Espíritu Santo, al referirse a los Diez Mandamientos, quiere que pensemos "pacto".

 El principal significado bíblico de los Diez Mandamientos es éste: eran precisamente el documento contractual sobre el cual descansaba todo lo relacionado a Israel.  La importancia de las Tablas de Piedra, así como su carácter único, es semejante a la de la Constitución de los Estados Unidos de América del Norte.  La Palabra de Dios nunca denomina ni se refiere a las Tablas de Piedra como: "la eterna e inalterable ley moral de Dios".  Siempre las identifica con el Monte Sinaí, lugar donde Dios las instituyó como base fundamental del pacto con Israel.  Esto lo vimos claramente en el capítulo cuatro.

 Es cierto que varios escritores bíblicos del Antiguo, así como el Nuevo Testamento, citan mandamientos individuales del Decálogo, (así como del resto del Antiguo Testamento), enfatizando con ello algún deber moral.  Nuestro Señor usó a Deuteronomio 6:6 y Levítico 19:18 para fundamentar los dos más grandes mandamientos en toda la Escritura.  ¿Significará esto que las demás leyes en esos capítulos son de igual importancia?

 Sólo insistimos en que cuando los Diez Mandamientos son considerados como un ente aparte, tal como las "Tablas de Piedra", siempre son vistos como un "pacto".  La pregunta jamás ha sido: "¿Contienen los Diez Mandamientos inalterable ley moral ?"  ¡Por supuesto que sí!  Sólo objetamos cuando se dice que los Diez Mandamientos, según fueron grabados en las Tablas de Piedra en el Sinaí, son ciento por ciento ley moral inalterable.  Reconocemos que el sistema teológico de algunos los obliga a tomar tal posición.  Aun así, la posición es una equivocada.  Gustosamente reconocemos que las Tablas de Piedra contienen mucha ley moral, pero también creemos que contienen: (1) alguna ley ceremonial; (2) algunas leyes morales que fueron cambiadas por Cristo, tales como las que regulan el matrimonio, divorcio y la poligamia.

 La pregunta clave siempre debería ser:  "¿Cuál es el principal significado de los Diez Mandamientos para los escritores de las Escrituras?  Si respondemos con Escritura, nuestra respuesta siempre será:  "Los Diez Mandamientos son vistos como los términos del Antiguo Pacto que Dios estableció con Israel en el Monte Sinaí." La Biblia jamás responde: "la inalterable y eterna ley moral de Dios". Algunos sistemas teológicos responderán así, pero las Escrituras, ¡jamás!

 Si el tema de una conversación deja de ser las Tablas del Pacto (Diez Mandamientos), como documento de pacto, para considerar en su lugar algún deber moral exigido por las "palabras del pacto", las preguntas deberían también cambiar según corresponde.  Ahora el tema ha cambiado; la pregunta ha venido a ser:  "¿Son los Diez Mandamientos, o las Tablas de Piedra, según fueron dados en el Sinaí, la más alta, y por tanto, la totalmente suficiente ley moral como para ser la regla de vida del cristiano de hoy?"  A lo que deberíamos responder:  "¡Absolutamente no!"  No son la más alta ley moral jamás dada, y definitivamente no son una regla adecuada para la vida del creyente de hoy.  Las Tablas de Piedra son una mera sombra al compararlas con las palabras de Cristo en el Sermón del Monte.

 Al ser considerados individual e independientemente de su relación al pacto, los mandamientos escritos en las Tablas del Pacto se mantienen en pie según su propio mérito.  Mientras que algunos de los mandamientos permanecen en vigor, tal y como fueron dados en el Sinaí, otros han sido cambiados o elevados a un nivel superior; algunos fueron anulados, o al menos espiritualizados totalmente; otros han sido redefinidos y ampliados.  Creemos que nuestro Señor Jesucristo tiene todo el derecho de hacer estos cambios.
Respetamos a Moisés y reconocemos su grandeza, pero amamos a Jesucristo y creemos que él es muy superior a Moisés.  Realmente, las Tablas de Piedra fueron el código moral más alto dado hasta aquel tiempo.  Pero, el Sermón del Monte es un código mucho más alto y espiritual que las Tablas de Piedra.

 Los Diez Mandamientos contienen mucha ley moral inalterable, tan obligatoria para nosotros como lo era para los israelitas.  Sin embargo, eso dista mucho de igualar las Tablas del Pacto a una supuesta "ley moral eterna".  También es problemática la firme insistencia de algunos teólogos de que las Tablas de Piedra son, en su totalidad según fueron dadas en el Sinaí, la más alta "ley moral jamás dada", y por tanto, "totalmente suficientes, al ser entendidas correctamente, como para ser la regla de vida para el cristiano de hoy."  Esto les imposibilita poder aceptar el hecho de que los Diez Mandamientos son el pacto particular que estableció la nacionalidad de Israel.

 El concepto medieval de la ley, que la divide en leyes morales, ceremoniales y civiles, tiene que ser sustituido con terminología bíblica.  "El pacto en vigor en cualquier punto del tiempo" es el medio por el cual se establece la moralidad y la santidad de cualquier persona.  El mandamiento que Dios dio a Israel, diciendo:  "Sed santos, porque yo soy santo", es idéntico al dado a los cristianos hoy en día.  Cuando Pedro nos exhorta a ser santos, cita de las Escrituras del Antiguo Testamento (Levítico 11:44-46; 19:2; 20:7 y otros).  Sin embargo, la implementación del mandato, "Sed santos", según se da en 1 Pedro 1:15-16, es muy distinta a cómo lo haría Israel bajo el Antiguo Pacto.  No poder ver esta diferencia impide la comprensión de la relación correcta de las leyes del Antiguo Pacto al creyente de hoy.

 No es posible entender cómo David podía entrar en un matrimonio polígamo con Betsabé y a la vez gozar del favor y la bendición de Dios, si no entendemos el cambio transcurrido en el mandato, "Sed santos, porque Yo soy santo", bajo el Nuevo Pacto.  Es obvio que bajo el Antiguo Pacto David podía ser santo ante los ojos de Dios a la vez que practicaba la poligamia; pero un creyente hoy, bajo el Nuevo Pacto, no puede hacer tal cosa.(16)  Bajo el Antiguo Pacto, la poligamia no violaba el séptimo mandamiento -"No cometerás adulterio"- sin embargo, es una violación de la nueva y más alta ley que Cristo dio a su Iglesia en el Nuevo Pacto.

 Nos urge aceptar el hecho de que es imposible establecer claras distinciones entre leyes morales y ceremoniales en la Escritura. Aunque nosotros pondríamos en la lista de "leyes ceremoniales" (Levítico 11:44-46) la prohibición de no comer animales inmundos, y seguramente pondríamos el respeto a nuestros padres (Levítico 19:2-3) en la llamadaa "lista moral", el Espíritu Santo, en el Antiguo Pacto, puso ambas cosas en la misma lista.  Esto queda claro en Levítico 19:18-19, donde uno de los dos más grandes mandamientos -"amar al prójimo como a uno mismo"- está entremezclado con "leyes ceremoniales".  Veamos:

"No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo.  Yo Jehová.  Mis estatutos guardarás.  No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu campo no sembrarás con mezcla de semillas, y no te pondrás vestidos de dos clases de tejidos" (Levítico 19:18-19).

 En este pasaje, el Espíritu Santo deliberadamente coloca el segundo más alto mandamiento moral en toda la Escritura en el mismo medio de lo que llamaríamos una "lista ceremonial".  Cuando Jesús tomó una frase de este pasaje y lo convirtió en el "segundo más grande mandamiento" en toda la Palabra de Dios, ¿estaría consciente del contexto inmediato de tales palabras?  Es obvio que Jesús no veía los Diez Mandamientos como "la más alta norma moral jamás dada."  El contexto del verso citado por Jesús no tiene indicios de ser una "gran ley moral" entre medio de leyes que sólo son "ceremoniales".  Tampoco vemos aquí indicios de que debemos prepararnos para oir un mandamiento "bien grande".  Vistos en su contexto inmediato, tanto el primero como el segundo "grande mandamiento" son palabras casi casuales.  Sólo cuando Cristo decide usar a Levítico 19:18, según lo hace en Mateo 22, es que esta frase del texto viene a ser el "segundo más grande de los mandamientos", del cual dependen todas las demás leyes, incluyendo los Diez Mandamientos.  Deuteronomio 6:6 y Levítico 19:18 no son "el resumen de los Diez Mandamientos"; la verdad es precisamente todo lo contrario.

 Veamos el contexto de este "segundo más alto mandamiento":

"Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a toda la congregación de los Hijos de Israel y diles:  Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.  Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis sábados guardaréis.  Yo Jehová vuestro Dios... No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.  Mis estatutos guardarás.  No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu campo no sembrarás con mezcla de semillas, y no te pondrás vestidos de dos clases de tejidos.  No comerás cosa alguna con sangre.  No seréis agoreros ni adivinos.  No raparéis en redondo vuestra cabeza, ni os recortaréis los bordes de la barba.  Y no haréis incisiones en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros tatuaje alguno.  Yo Jehová. No contaminarás a tu hija haciéndola fornicar para que no se prostituya la tierra y se llene de maldad.  Mis sábados guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia.  Yo Jehová" (Levítico 19:1-3, 18-19, 26-30).

 Es claro que ni nuestro Salvador ni Moisés, el escritor de Levítico, tenían en mente dividir las leyes de Levítico 19 en listas separadas. El capítulo comienza con la misma exhortación que Pedro da a los Cristianos: "Sed santos, porque yo soy santo" (1 Pedro 1:15-16).

 Los textos citados arriba de Levítico 19 cubren temas tan variados como: honrar a los padres, guardar el sábado, amar al prójimo como a uno mismo (la "segunda ley más importante")... pasando de inmediato a reglamentar la mezcla de semillas, los tejidos en la vestimenta y la crianza de animales.  Es imposible no ver que algunas de estas leyes son de naturaleza "ceremonial", y otras de naturaleza "moral".  Es igualmente imposible crear, con estos versos, dos listas de leyes: una "ceremonial" y la otra "moral".

 Sin embargo, surge un dilema tan pronto admitimos esto.  Nadie negaría que Levítico 19:18 es, de acuerdo a Cristo, la segunda más alta "ley moral" en la Biblia.  Negar esto sería contradecir a Cristo. Igualmente, nadie se atrevería hacer del próximo verso -el 19- una "ley moral".  ¿Estaba el Espíritu Santo jugando con nosotros cuando escribió Levítico 19, o es que en esto se muestra cuan fútil y errado es el pensar en listas separadas de: "leyes ceremoniales" y "leyes morales"?

 Es asombroso que alguien pueda leer Levítico 19:26, que trata el asunto de comer sangre y la brujería, para luego, después de leer el próximo verso que trata acerca del pelo y la barba, creer que las leyes del Antiguo Pacto están divididas en listas de leyes "ceremoniales" y "morales".  Todas las leyes dadas en Levítico 19 eran igualmente importantes y obligatorias para el israelita.  Al procurar obedecer a Dios y "ser santo", venía obligado a darle igual importancia a su dieta y estilo de pelo como al trato de sus padres, la observación del sábado y su amor al prójimo.  Las prohibiciones contra el tatuaje, y la prostitución de una hija, son dadas juntas, sin que haya diferencia alguna en su importancia.

 El mandato "amarás a tu prójimo como a ti mismo", bajo ningún concepto podría ser el "segundo más importante deber moral" para el israelita que vivía bajo la ley dada en Levítico 19.  Tal deber no era más importante que la siembra apropiada del huerto. Sin embargo, esto no puede decirse hoy.  Hay una gran diferencia en la importancia respectiva de estas mismas cosas bajo el Nuevo Pacto. En otras palabras, la manera en que un israelita obedecía el mandato "sed santos" era, en muchos aspectos, totalmente diferente a la manera en que un cristiano ha de obedecer el mismo mandamiento hoy; y esa diferencia no es mostrada a través de la creación arbitraria de listas de "leyes ceremoniales" y "leyes morales".  Ahora bien, NO estamos diciendo que no hay leyes particulares que sean "morales" en su esencia.  Levítico 19:18 es seguramente tal tipo de ley. También creemos que hay otras leyes de naturaleza "ceremonial" (Levítico 19:19).  En esto es que insistimos: que ni Moisés, ni Cristo, ni ninguna otra persona en la Biblia creó listas distintas como fundamento para la conducta moral.

 Permítame resumir lo que estamos diciendo:

1.  Hay una diferencia radical entre las leyes específicas que un cristiano y un israelita obedecen para poder cumplir el mandato:  "Sed santos, porque yo soy santo".  Cualquier examen honesto de 1 Pedro y Levítico comprobará que éste es el caso.

2.  El mandamiento, "Sed santos, porque yo soy santo", es idéntico en ambos pactos.  Sin embargo, las leyes específicas que han de cumplirse para poder "ser santos" no son las mismas.  Hay ocasiones cuando los deberes son idénticos, y ocasiones cuando son muy distintos.

3.  Cualquier cosa que sea intrínsecamente "moral" en su naturaleza siempre es moral.  Jamás deberíamos atrevernos a decidir qué es y qué no es moral.  Hemos de obedecer todas las leyes que Dios nos ordena obedecer por la sencilla razón de que él así lo requiere.  Dios puede, y ciertamente así lo ha hecho, tomar una ley que es absolutamente ceremonial en su naturaleza y hacer de su obediencia o desobediencia un asunto de vida o muerte.  Tanto el sábado como la circuncisión son ejemplos de esto: Dios las hizo señales de un pacto.  Para el judío, violar esas leyes "ceremoniales" era el pecado más horrendo que pudiese cometer, sencillamente porque era pecado contra las señales del pacto (Éxodo 4:24-26 y Números 15:32-36). Tocar un cuerpo muerto no era en sí mismo inmoral; aun así, era un gran pecado bajo el Pacto Antiguo.  Para el israelita, comer camarones era incurrir en "desobediencia moral".

4.  La diferencia NO se descubre mediante la creación de listas arbitrarias de distintos tipos de leyes. Esto sencillamente no es posible.  Ningún escritor bíblico, sea del Antiguo o Nuevo Testamento, siquiera insinuó tal metodología.  Nuestro deber a Dios se define por las leyes del pacto específico bajo el cual vivimos.  El Pacto Antiguo estaba acompañado de una serie de leyes dadas en distintas ocasiones por los profetas.  Todas eran igualmente obligatorias para el israelita por ser miembro de la teocracia.  El Nuevo Pacto es acompañado de nuevas y más altas leyes, dadas por Cristo y los apóstoles; son obligatorias para todo cristiano por ser ciudadano del reino de Cristo.

 No hemos entendido el mensaje de las Escrituras del Nuevo Testamento sino hasta que veamos el cambio histórico: de la autoridad de Moisés a la plena, y final, autoridad de Cristo.  Los cristianos no están bajo la autoridad de Moisés como su dador de ley.  Están bajo la autoridad de Cristo, su nuevo Dador de Ley.  Los cristianos no están bajo el Antiguo Pacto y no lo usan para definir sus valores morales, según tampoco lo usan para definir su dieta. Están bajo el Nuevo Pacto, y éste define todo en su vida y adoración, bien sea por medio de preceptos claros o aplicaciones personales de algún precepto.  A veces el precepto será una aplicación de una ley del Antiguo Pacto.  Ejemplo de esto es el uso que Pablo le da a Deuteronomio 25:4: "No pondrás bozal al buey que trilla".  "¿Será que Dios sólo se preocupa por los bueyes?"  Lea 1 Corintios 9:9.

 Bajo ningún concepto los cristianos están sin ley.  Debido al Calvario, están bajo leyes superiores y una mayor obligación de ser santos.  La diferencia en su santidad descansa en las leyes específicas que obedecen.  Precisamente esto es lo que Pablo dice en el siguiente texto:

"Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, sobreedificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo" (Efesios 2:19-20).

 Los "profetas" en este pasaje no pueden ser los del Antiguo Testamento.  Son los del Nuevo Testamento.(17)   La vida y la adoración de la Iglesia no está fundamentada en Moisés, sus leyes, ni el pacto que instituyó a Israel como nación.  El fundamento de la Iglesia es Cristo mismo; su vida y adoración es gobernada mediante las leyes que él da a través de sus Apóstoles y Profetas.  John Stott lo ha dicho mucho mejor que nosotros:

 "La pareja, "apóstoles y profetas", podría unir el Antiguo Testamento (profetas) y el Nuevo (apóstoles) como la base para la enseñanza de la Iglesia.  Pero, el orden invertido de las palabras -no "profetas y apóstoles", sino "apóstoles y profetas"- sugiere que probablemente se refiera a los "profetas" del Nuevo Testamento.  De ser así, su unión a los apóstoles, como fundamento de la iglesia, es significativa.  La referencia es, aparentemente, a un pequeño grupo de maestros inspirados -cuya enseñanza fue derivada por medio de la revelación (3:5), siendo así fundamental- quienes, asociados con los apóstoles y junto a ellos, dieron testimonio de Cristo.

 "En términos prácticos, esto significa que la Iglesia está edificada sobre las Escrituras del Nuevo Testamento.  Son éstas sus documentos constituyentes.  Y tal como no se puede alterar un fundamento establecido y sobreedificado, el fundamento novotestamentario de la Iglesia es inviolable, y no puede ser cambiado mediante adición, eliminación o alteración de parte de maestros que hoy día pretenden ser apóstoles o profetas.  La Iglesia está en pie o cae de acuerdo a su lealtad a las verdades fundamentales, preservadas en las Escrituras del Nuevo Testamento" que Dios reveló a sus apóstoles y profetas. (18)

 La vida y la adoración de Israel descansaba sobre el Pacto Antiguo y las leyes necesarias para administrarlo.  Estas leyes fueron dadas a Israel por los distintos profetas. La vida y la adoración de la Iglesia descansa sobre el Nuevo Pacto y aquellas leyes necesarias para gobernar una comunidad basada en la gracia en vez de la ley. Dichas leyes son necesarias para poder administrar el Nuevo Pacto.  Se hallan a través de todas las Escrituras del Nuevo Testamento.  Estas interpretan y añaden a las Escrituras del Antiguo Testamento.  La plena y final autoridad sobre la vida y adoración de la Iglesia ni es Moisés ni las leyes de la Teocracia israelita; es el Señor Jesucristo, quien expresa y define su voluntad y autoridad a través de su Palabra: los documentos inspirados del Nuevo Testamento, precisamente lo que Pablo dice en Efesios 2:19-20.

 En esto no estamos sugiriendo que las Escrituras del Antiguo Testamento no presenten algunas leyes, claramente morales en su naturaleza, y por tanto, de obligación perpetua para todos los hombres.  También estamos de acuerdo en que hay otras leyes, claramente ceremoniales, que han sido eliminadas en Cristo.  Es demasiado obvio como para negarse.  Sin embargo, esto dista mucho de la creación de listas específicas, o códigos, de leyes, (1) designando una "moral" y otra "ceremonial", y (2) preservando una "lista" para descartar la "otra".

 La Escritura no obra así al establecer la conducta moral de un judío bajo el Antiguo Pacto, o de un cristiano bajo el Nuevo.  La única "lista", clara y definida, dada en forma codificada fue: las "palabras del pacto", a saber, los "Diez Mandamientos"; y ese "código escrito", como documento contractual, fue "clavado a la cruz" en Cristo (Colosenses 2:14).  Enfatizamos nuevamente que lo que sí estamos diciendo es esto: que los Diez Mandamientos fueron echados a un lado sólo como documento de pacto; no estamos diciendo que la moralidad requerida por los mismos haya caducado.  Nuestro Señor Jesucristo jamás eliminó un solo mandamiento que fuera verdaderamente "moral", no importa dónde ese mandamiento esté en las Escrituras del Antiguo Testamento.  No obstante, Cristo sí descartó algunos mandatos de naturaleza ceremonial.(19)

 Ejemplo de ésto es: el mandamiento tocante al sábado.  Cristo también cambió otros mandamientos, elevándolos a un nivel superior. Ejemplo de esto es: la ley Mosaica sobre el divorcio.  Cristo también añadió leyes nuevas consistentes con la gracia y totalmente inconsistentes con la ley de Moisés.  Es por esto que Moisés nunca hubiese podido escribir el sermón del monte.(20)

 Tal vez sería beneficioso ilustrar lo que acabamos de decir. Las colonias norteamericanas se hallaban bajo la constitución y las leyes de Inglaterra hasta el 1776.  En esa fecha, las colonias se convirtieron en los Estados Unidos de América del Norte y se unieron bajo su constitución.  Desde ese mismo momento en adelante estaban bajo "una nueva ley".  Las leyes y la constitución de Inglaterra ya no tenían autoridad sobre norteamericano alguno.  Las leyes de Inglaterra eran totalmente nulas e inválidas para nosotros como nación.  Ya no era posible apelar a dichas leyes como si fuesen nuestra autoridad final.  La nación de los Estados Unidos estaba bajo la autoridad de un nuevo documento, o pacto.  Su constitución era ahora la plena y final autoridad sobre todo estadounidense. Ese es el paralelo exacto entre las Tablas de Piedra dadas a Israel y el Nuevo Pacto dado a la Iglesia.  Lo que instituyó y gobernó a Israel como Teocracia ya no tiene autoridad sobre la Iglesia.

 Es muy evidente que cuando escribieron las nuevas leyes de la constitución de los Estados Unidos de América del norte, se consideraron con gran detalle y se utilizaron muchas de las leyes de Inglaterra. Sin embargo, ese no es el punto aquí; es la diferencia que hay entre estar "bajo las leyes de Inglaterra" y estar "bajo las leyes de los Estados Unidos". Existe un cambio radical, no importa cuántas de esas leyes sean nuevas o iguales.  Es precisamente a esto que se refiere la Biblia cuando compara el pacto legal, "bajo el cual" estaba Israel con el pacto de gracia, "bajo el cual" la Iglesia está.

Resumen

 La Biblia siempre considera las Tablas de Piedra (los Diez Mandamientos) como el documento de pacto que, en el Monte Sinaí, específicamente instituyó a la nación de Israel como cuerpo político. Fueron los términos de este pacto los que requirieron el establecimiento del sacerdocio y el sistema de sacrificios que éste administraba. Toda la adoración en Israel se centraba en las Tablas del Pacto que estaban guardadas dentro del Arca del Pacto.

 El primer uso de las palabras "Diez Mandamientos", en Éxodo 34:27-28, nos da la clave de la naturaleza y la función de su uso en la historia de la redención.  Las Tablas de Piedra, sobre las cuales estaban escritos los Diez Mandamientos eran:

1. los términos de un pacto legal que prometía vida y     amenazaba muerte.

2. el pacto establecido solamente con Israel, asentando así su     relación especial con Dios.

3. el Pacto Antiguo que fue reemplazado por el Nuevo Pacto     establecido por Cristo.

 Las Escrituras jamás declaran, ni infieren, que hemos de pensar en las Tablas de Piedra como si fueran la "inalterable y eterna ley moral de Dios".  Siempre se nos instruye a pensar: "Pacto Antiguo".  Los mandamientos individuales, según están escritos en las tablas, son otro asunto.  Están en pie, o caen, a base de su naturaleza inherente.  Nueve de los diez son repetidos en las Escrituras del Nuevo Testamento y, por tanto, son tan obligatorios para el cristiano como lo fueron para el israelita.

 Los Diez Mandamientos, según fueron dados en el Monte Sinaí, no son la regla de vida para el cristiano de hoy por la sencilla razón de que no son una regla suficientemente alta.  Los Diez Mandamientos, según son interpretados y aplicados por Cristo, son una parte importante de la regla de vida del cristiano.  Sin embargo, nuestro nuevo Dador de ley nos ha dado nuevas y más altas leyes, además de interpretar los Diez Mandamientos en términos del reino de gracia.

 Es imposible quitar el trueno, relámpago y el temor de Sinaí de las Tablas de Piedra.  Hasta que no comprendamos que el Pacto Antiguo fue cancelado para siempre en el cuerpo de Cristo en la cruz, no habremos comprendido la verdadera naturaleza y función de los Diez Mandamientos en la historia de la redención. El evangelio de la gracia de Dios no puede permanecer pura y victoriosa en la conciencia sino hasta que el pacto de obras sea sustituido por un pacto de gracia. Un gran predicador puritano, Richard Sibbs, lo dijo bien, cuando escribió:

 "Será de gran ayuda entender la diferencia entre el pacto de obras y el de gracia, entre Moisés y Cristo.  Moisés, sin misericordia, quiebra toda caña cascada y apaga el pábilo que humea; pues la ley requiere obediencia (1) personal, (2) perpetua, (3) perfecta... todo de un corazón perfecto, y eso, bajo la más terrible maldición; como Faraón -quien requirió los ladrillos sin proveer la paja- exige, sin proveer la fuerza.  Cristo viene con bendición sobre bendición, aun sobre aquellos que Moisés maldijo, y con bálsamo sanador para esas heridas infligidas por Moisés.

 "Los mismos deberes son requeridos en ambos pactos, tales como: "amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma" (Deuteronomio 6:5).  En el pacto de obras, ésto había que lograrlo bajo gran rigurosidad... "Esta ley es endulzada con el evangelio, y deleita al hombre interior (Romanos 7:22).  Bajo este pacto de gracia, la sinceridad es perfección. Es la "muerte en el caldero" de la religión romana, pues confunden los dos pactos; esto mortifica el consuelo a los caídos de tal manera que no distingan entre ambos.  Y así, se colocan en servidumbre (Isaías 61:1-2), habiendo ya Cristo abierto las puertas ante ellos."(21)

 Quien mejor lo ha dicho es el Espíritu Santo de Dios:

"Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, tal que los que oyeron suplicaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba:  Si aun una bestia toca el monte, será apedreada, o traspasada con dardo; y tan terrible cosa era el espectáculo, que Moisés dijo:  Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, a la asamblea festiva de miríadas de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.  Mirad que no desechéis al que habla.  Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desechamos al que amonesta desde los cielos" (Hebreos 12:18-25).

* * * * * *

Notas del capítulo 9____________________________________

16  Lea "Pero yo os digo", por Juan G. Reisinger, para una discusión del cambio en el canon de conducta bajo el cual vive la Iglesia.  Es vital la comprensión de este cambio en los cánones, particularmente en lo que a la poligamia y el divorcio fácil bajo el Antiguo Pacto se refiere. (Distribuye: Sound of Grace, 5317 Wye Creek Drive, Frederick, MD 21703-6938)

17  Para una excelente exégesis de esto, lea EFESIOS, comentario del Nuevo Testamento, de Guillermo Hendriksen, (capítulo 2:20); T.E.L.L

18  God's New Society, John R. Stott, InterVarsity Press, p. 107

19  Esto no contradice lo que dijimos anteriormente.  Podremos referirnos a un mandamiento como "ceremonial en naturaleza" y como tal, no obligatoria.  Sin embargo, un israelita jamás podría haber hecho tal cosa. Estaba tan obligado a observar una ley dietética así como cualquiera de los Diez Mandamientos. Nosotros podemos observar la diferencia entre "moral" y "ceremonial" y actuar de acuerdo.  Pero, un israelita no podía hacer tal distinción.  Para él, todo estaba unido; todo era igualmente obligatorio.

20  Vea "Pero yo os digo", por Juan G. Reisinger.

21  The Works of Richard Sibbes, Vol. 1, p. 58-59

  


 
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